Coronel Trautman... ¡No me siento los dedos!
Juro y prometo que tuve una adolescencia activa y, por tanto, una Megadrive. Sin embargo, nunca encontré un juego que se titulara Rambo III. Aunque sí pasó por mis manos la versión de Spectrum, cuando todavía creía que el número 1 de los cuarenta principales lo era por méritos propios. Y, la verdad, no me gustó mucho (ni el juego ni el descubrimiento).
Sin embargo, esta versión para la consola estelar de Sega del hombre de acción más grande jamás creado sí merece la pena. De acuerdo, la tercera parte de las aventuras de John Rambo es una película mediocre. Pero tiene acción, muchísima. Y es lo que el juego para Megadrive ofreció (y ésta, su emulación para PC): interminables dosis de acción con, ojo, sus vericuetos argumentales, suspense incluso, para matar amorfos soldados en pos de una salida.
La mecánica de juego te resultará familiar. Avanzar y matar. Eso sí, no siempre en la misma dirección y cambiando continuamente de botón. Si la tecla Alt acciona una ametralladora de munición infinita, la tecla Espacio pone en marcha cualquiera de las armas extra que hayas seleccionado con Control, a saber, bombas, flechas o un machete.
De vez en cuando, primera persona, ¡un boom para la época!, donde destrozar aviones soviéticos. Y la dificultad, a tope, incluso en el nivel fácil. ¿Y los gráficos? Los justos. La ventaja es que te hacen sentir poco culpable, porque la violencia pixelada parece menos violenta.